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Hace más de un año que estoy realizando talleres de Yoga en Familia, lo que he complementado con estudios de inteligencia emocional obteniendo conocimientos y herramientas muy interesantes para aplicar en mis talleres. Y es que a mi entender las clases de yoga en familia además de unir nuestro cuerpo, mente y corazón, son un espacio idóneo donde naturalmente se fortalecen los lazos de amor y confianza entre padres e hij@s y donde hablar de nuestras emociones y reconocerlas es ideal para comprendernos, mejorar la comunicación y calidad de vida de las familias. Puedo decir porque lo he visto que se producen momentos muy enriquecedores los cuales son agradecidos tanto por los adultos como los niños y niñas.

Para muchos psicólogos, el vinculo que se establece entre padres e hijos es la clave la autoestima, así es como también lo creo y por eso mi proyecto está enfocado mayormente a las familias. Álvaro Bilbao, psicólogo y neuropsicólogo en su libro “El cerebro del niño explicado a los padres” reafirma este punto, “cuando un niño se siente seguro y querido incondicionalmente crece sintiéndose una persona valiosa y que merece sentirse bien. Ayudar a tu hijo a tener una buena autoestima es ofrecerle la posibilidad de una vida feliz”.

Lo anterior me ha animado a creer y constatar que realizar yoga en familia es un espacio transformador, primero porque aprendemos jugando, y sabemos que cuando se juega no existe ese estrés negativo que nos presiona, muy por el contrario, somos capaces de bajar nuestras alertas y relejarnos, sintiendo que somos capaces, si esto está acompañado por tus padres o un adulto responsable, el niño o la niña se siente apoyado y por lo mismo, muy lejos de ser juzgado.

Las posturas de yoga en pareja por otra parte, permite a padre e hijos sentirse cerca, mirarse, reconocerse de una manera muy diferente a como lo suelen hacer en el día a día, pues les invitamos a respirar juntos, es decir, a conectarse desde lo más básico, sentir que estamos vivos y estamos juntos en esto. “Y es que la verdadera unión de la familia no se forja por los lazos de sangre, sino a través del cariño y el respeto mutuo” (Alvaro Bilbao, El cerebro del niño explicado a los padres”).

¿Y qué pasa si a esto sumamos actividades que desarrollen habilidades de inteligencia emocional?, como por ejemplo darse masajes mutuamente mirándose a los ojos diciendo todas las cosas que agradeces de tu madre, de tu padre o de tu hijo o hija. Este momento es para mí el preferido, pues muchas veces los niños dicen cosas que los padres no esperan y que son muy concretas, por lo que expresar nuestros sentimientos, dar rienda suelta a nuestras emociones, con un abrazo lleno de amor, alegría y agradecimiento no es magia, es un espacio dado para esto, y es replicable en cualquier momento del día, y bajo cualquier circunstancia.

Alegría Un libro que utilizo mucho también en mis clases es “El Emocionario” de la editorial Palabras Aladas, cuyos textos están escritos por Cristina Núñez  Pereira y Rafael R. Valcárcel más la participación de un número importante de ilustradores que nos invitan a hablar de nuestras emociones.

Además de ser una hermosa herramienta tiene un incalculable valor por acercar el mundo de las emociones a tus hijos de una manera lúdica y fácil de comprender, lo que permite a los más pequeños a ir entendiendo que no es lo mismo la rabia, que la tristeza, la euforia o la alegría. Si desde niños sabemos reconocer lo que nos pasa, sin duda seremos adultos más conscientes de nuestros estados emocionales, siendo capaces además de gestionarlos.

En definitiva, practicar Yoga en Familia es una excelente manera de acercarnos con nuestros hijos, sobrinos, nietos, además de aprender a trabajar con nuestro cuerpo, ser conscientes de cada una de sus partes, en espacio perfecto para fortalecer los lazos de amor y confianza.