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Si hay algo que me encanta en todo proceso de coaching es la exploración de la realidad que el coachee realiza una vez que define su objetivo. Es alucinante como muchas personas por medio de la reflexión y entrega son capaces de ver y revisar sus vidas como no lo habían hecho antes, lo cual les permite darse cuenta de muchas cosas a las que antes no ponían atención. Es un acompañamiento maravilloso y el comienzo de un viaje que abre puertas y ventanas que les permite ver más allá. 

¿Has tenido alguna vez la sensación que nuestra realidad está compuesta de capas? Es como una alcachofa, que para llegar a su corazón, es necesario sacar hoja por hoja. En coaching este es el trabajo que se realiza cada vez que una persona comienza a explorar su realidad, la cual está compuesta de muchas capas y donde influyen muchos sistemas, como el familiar, el laboral o el social, entre otros. Hacernos conscientes de ello, es un importante paso que nos permite ver nuestra vida como una totalidad conformada por distintas partes. 

Evaluamos lo que queremos cambiar, muchas veces al enfrentar un proceso de coaching el coachee viene con un objetivo claro de trabajo, sin embargo, y ante la pregunta del para qué quieres conseguir esto u aquello, se suele llegar a lugares impensados por el coachee, descubriendo cosas que antes de comenzar el proceso es probable que no se hayan tenido en cuenta. Es algo así como cuando llegas a una casa de veraneo y necesitas abrir puertas y ventanas para ver el estado en que se encuentra. ¿Para qué? maravillosa pregunta, reveladora y muy exploratoria, pues estamos acostumbrados a responder el por qué de las cosas. 

Revisar nuestras relaciones, familiares, laborales o sociales para conseguir nuestro objetivo es trascendental para comprender que depende de nosotros y también de los otros, los movimientos o cambios que podamos realizar para alcanzar aquello que queremos conseguir. Somos seres sociales, estamos en constante conexión con otras personas, por ende, cuando somos capaces de gestionar nuestras emociones y tener mayores alternativas de respuesta nos convertimos automáticamente en seres mucho más creativos. 

Nos re-descubrimos, es una realidad que las personas cuando viven un proceso de coaching comienzan además de un viaje, un re-descubrimiento. Te imaginas que te das a la tarea de todos los días mirarte al espejo con el objetivo de descubrir algo nuevo. Parece difícil, ya que es muy probable que lo primero que pienses es que te conoces perfectamente, no obstante, si te miras con detenimiento, todos los días, con cariño y con atención plena, es más que probable que encuentres cosas nuevas en ti. El coaching es lo mismo, te re-descubres, traes al presente logros, fortalezas, valores que tenías olvidados. En definitiva das luz a aquello que estaba en la oscuridad. 

Nos hacemos conscientes de nuestro yo, en nuestro día a día estamos rodeados de estímulos que nos invitan a que nuestra atención esté fuera de nosotros. Esto provoca que cada vez estemos menos centrados. De esta manera, son las circunstancias o los otros los responsables de lo que nos sucede. Cuando comienzas un proceso de coaching ocurre justamente lo contrario. Las personas suelen comenzar a mirarse hacia dentro; se hacen más conscientes de su yo, de las decisiones y acciones que realizan y desde dónde las están tomando. Es un momento que definiría como “mágico”. 

Compromiso con nosotros, puede haber algo mejor que comprometernos con nosotros mismos para conseguir nuestros objetivos. Me atrevería a decir que no, entonces ¿por qué es tan difícil hacerlo?. En estos momentos se habla mucho de una sociedad egoísta e individualista, y pareciera que preocuparse de uno/a es un rasgo de aquello, no obstante, el primer cambio para que las cosas cambien debe ser realizado por cada uno, solo de esta manera comenzaremos a ver que el mundo no está contra nosotros, sino que somos nosotros los que nos relacionamos con él de acuerdo a nuestras interpretaciones, expectativas, valores, creencias. Desde esta perspectiva es difícil pensar en alguien egoísta, a mi más bien me parece alguien capaz de ver que sin compromiso con uno mismo, será muy difícil comprometerse con los demás. 

Interesante desafío al que estamos todos invitados.